lunes, 6 de julio de 2015

JALISCO No Es México



A cualquier país al que lleguemos la gente al saber que nuestra nacionalidad es MEXICANA todos sin excepción alguna nos asocian con un Charro o china poblana y algunos otros como al ensarapado recargado del Cactus Durmiendo con sombrerote.

El discurso oficial de las primeras décadas del siglo XX estableció al charro como arquetipo del mexicano al lado de la china poblana. aunque también han sido muchas las distintas razones por las que somos asociados con ese arquetipo, desde las películas de Pedro Infante, Jorge Negrete, Antonio Aguilar hasta la difusión cultural internacional que hemos tenido por parte de grupos folklóricos como el Ballet Folklorico De MÉXICO de Amalia Hernández.

En México la cultura de la fiesta y de la convivencia hicieron del charro un personaje alegre, un tanto fanfarrón y un ente completamente social a diferencia del vaquero estadounidense el COW BOY.

No hay que confundir al charro con el campesino mexicano humilde o peón de hacienda, si bien ambos usaron sombrero ancho durante mucho tiempo. 

El charro, al ser terrateniente o empleado de confianza de éste (dueño de la tierra), tenía generalmente un estatus social "superior" al de los otros campesinos. Con excepciones notables, como la del mismísimo caudillo revolucionario Emiliano Zapata o Benjamín Argumedo, el charro, a pesar del posible origen etimológico negativo de la palabra, es en muchos casos conservador y con frecuencia reaccionario. 

 Por eso, en el sindicalismo mexicano se le llama "líder charro" a aquel que representa los intereses del patrón y no de los agremiados. (Una curiosa paradoja es el caso del Jorge Negrete quien en el cine representaba al charro, pero como sindicalista fue notable por su honestidad y por las conquistas laborales que logró en su tiempo.) Los vaqueros arrendadores, pastores y arrieros no eran considerados necesariamente charros, pero aspiraban a serlo. De manera bastante similar al feudalismo medieval, en las haciendas mexicanas, los charros tenían un prestigio caballeresco.

En muchas mujeres de hispanoamérica aún produce suspiros el gaucho, el rejoneador o el charro, tal vez por que en el inconsciente colectivo representan la virilidad. Debido a la rudeza de su práctica, a estos personajes también se les relaciona con el macho, esto es más bien un prejuicio asociado al "típico hombre latino", pero el lastre del machismo no es exclusivo de los latinoamericanos ni de los jinetes, ni de una cultura en particular.

 Aún cuando México se caracteriza por su riqueza y variedad folclórica, la imagen del Charro identifica a México debido a que su uso no ha estado limitado a una sola región y a que representa el mestizaje mismo que se considera la base de la identidad mexicana.

Un verdadero extranjero conocedor de la cultura Mexicana sabe y reconoce la amplia riqueza folklorica que existe, desde culturas como la veracruzana hasta las formas de vida de la riviera Maya. incluso identifica nuestra basta gastronomía.

Por tal motivo nos referimos a que JALISCO NO ES MEXICO, si no solo una parte de nuestro gran riqueza cultural.

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